Ciclismo
Cauces hacia Aragón (2): Túria
Mapa
Crónica
Las comarcas del interior de la provincia de Castellón no son las típicas en las que piensas como turismo de sol y playa masificada. De hecho en invierno suele estar todo nevado e incluso en pleno verano hace bastante rasca en cuanto oscurece. Pero lo que nunca pensé que vería en un día de agosto es la estampa del llano de Barracas cubierto de niebla. Tampoco era cuestión de preocuparse porque los lugareños ya nos indicaron que en cuanto el sol sube un poco, la niebla desaparece en cuestión de minutos.
Tras un breve desayuno entre camioneros, gente de paso y guardias civiles, cargamos los trastos de nuevo en la bici y nos pusimos en marcha rumbo a El Toro. La carretera, desierta y espectacular. Pero al llegar al pueblo empezaron los problemas. Por lo visto esa misma noche soltaban vaquillas para las fiestas y las calles estaban enrejadas. Lo fácil era rodear la Calle Mayor, pero pasar por callejas sin asfaltar con la tierra húmeda de la lluvia del día anterior no era plan. Los manillares no cabían entre los barrotes, pero tras buscar, encontramos una puerta abierta. Al otro lado de la barrera nos encontramos con un pequeño pueblo encajado entre un prado y una colina, y en lo alto de El Cerrito, un castillo vigilando el pueblo desde muchos siglos atrás.
El castillo estaba en un estado un poco ruinoso, más o menos en consonancia con la carretera que nos llevará a Manzanera. Posiblemente su última capa de ese típico asfalto granujiento lo pondrían cuando a Sara Montiel aún no le habían crecido las berzas. No había manera de evitar los baches, sino que la carretera era un enorme bache parcheado en sí mismo. Tras pasar doscientos metros evitando los más gordos, y tras descubrir que incluso los parches estaban parcheados formando un amalgama de tonos marrones más parecidos a un cuadro cubista que a un firme asfáltico, me cansé de ir con miedo. Prefería ir dando botes notando el bamboleo de las alforjas, con peligro de pinchazo a la vuelta de la esquina antes que acabar agotado de mirar el suelo continuamente.
La bajada a Manzanera es trepidante, tanto por el paisaje como por el hecho de dejar las llantas al rojo de apretar los frenos. Nada más entrar cruzando el puente sobre el río Manzanera nos econtramos con el parque de la Glorieta, atiborrado de árboles enormes, y junto a él, el Portal de Abajo. No son las torres de Quart, ¡pero tiene mucho encanto! La Cruz de Manzanera —la cual sólo sobrevivió al 36 el basamento y el capitel— marca el inicio de la segunda parte de la jornada, que nos llevará a Albentosa y Sarrión. Desde luego está claro que la ruta de hoy da más vueltas que una noria.
Pese a que la carretera A-1514 nos la habían vendido en el pueblo como «de bajar todo el rato» y sobre el mapa se ve como sigue al río Albentosa en su camino hacia el Millares, en realidad hay que subir un poco para salir de Manzanera. Además, antes de entrar en la aburridísima N-234 y para evitar subir las cuestas y las curvas que tiene la carretera al pasar por Venta del Aire atajaremos por el camino de acceso a la estación de Mora de Rubielos. Todas el rodeo que nos evitamos lo tendremos que subir de golpe en menos de un kilómetro.
En un momento llegamos a Sarrión, lugar al que haremos una visita y donde nos encontraremos… ¡Otro portal! Parece que todos los pueblos de la comarca de Gúdar-Javalambre tenían castillo y muralla. En el restaurante La Fragua, al margen de la N-234 por fin almorzamos en condiciones a la sombra de una mañana que parece que ha salido del letargo y nos va a dar problemas más adelante. Aunque el local seguro que conoció días mejores antes de la construcción de la autovía, sigue siendo un buen sitio para parar, porque parece que allí estaba la mitad del pueblo y la totalidad de los trabajadores del polígono.
Y llegó la parte aburrida del día. Diez kilómetros de carretera totalmente recta por la vía de servicio de la autovía hasta llegar a la Puebla de Valverde. ¡Y eso que entramos a la Puebla desde la carretera original, no la variante de los años ochenta! Como las rectas infinitas deprimen a cualquiera —y más cuando tenemos una autovía a escasos metros a nuestra derecha— hicimos allí una parada para tomarnos algo y afrontar la subida a Javalambre. De paso contemplamos el espectacular pórtico de la iglesia de Santa Emerenciana (efectivamente, este nombre lo he tenido que buscar en Google para no equivocarme).
Hay dos estereotipos inevitables que cualquier cicloturista habrá sufrido en la toma de contacto con los parroquianos de los pueblos que va visitando. Al primero lo llamo, cariñosamente, El artista del encuadre. Cuando vas junto a otra persona, a no ser que lleves un pequeño trípode o un palo de selfies —en bici es bastante complicado— las fotos suelen acabar siendo un contínuo «en ésta sales tú, en esta salgo yo» etcétera. Tanto es así que viendo las fotos, se podría llegar a deducir que han sido dos viajes distintos. En este caso, cuando ves algo en lo que te apetece fotografiarte junto a tu compañero toca buscar a alguien que la haga. No tengo ninguna esperanza de que la suerte me dirija a alguien que sepa qué es el tiempo de exposición, la apertura del diafragma o la sensibilidad ISO. Ni tan siquiera que sepa que en las fotos a contraluz no se ve un cagarro. Con que sepa más o menos encuadrar me vale, que a unas malas la foto siempre se puede recortar para dejarla simétrica. Pues ni aún así. Quisimos hacernos una foto en el portal de Teruel y casi nos cortan la frente. Eso sí, los adoquines del suelo en primerísimo plano. Dejarle la cámara a una persona joven a priori es apostar a lo seguro —al menos no tendrá cataratas— pero en los pueblos de Teruel lo único que abunda es la senectud, la despoblación y las placas de caídos por Dios y por España. Encontrar alguien joven puede ser complicado.
El otro estereotipo inevitable es El gregario de Bahamontes. Le preguntas a cualquier hombre que ronde los setenta años sobre la distancia o dureza para ir a un sitio y siempre salen con el «En mis tiempos de joven yo». En la Puebla de Valverde entablamos conversación con un abuelo que se fijó en nuestras bicis y nos preguntó lo típico —a dónde íbamos, si estábamos locos con el calor que hace, que si una bici de carretera cargada con los trastos se va a desmontar— y le preguntamos cuánto nos costaría llegar hasta Camarena de la Sierra: «Buah, de joven ese camino me lo hacía con los ojos cerraos. Son dos subiditas suaves y la última un poco más empinada y larga para llegar al puerto de la Cruz… Que me acuerdo yo que subía con una bici de hierro que pesaba la vida». Lo oyes, te lo crees y te animas.
Así que todo felices salimos del pueblo a la TE-620 rumbo a las pistas de Javalambre. Nada más salir hay que cruzar por debajo de la carretera, la autovía y subir sin parar hasta el llano donde está la estación. Tras cruzar el ferrocarril y la vía verde, sigues subiendo hasta el Corral de la Ceja. Una pequeña bajada hasta la Rambla de Pila y vuelta a subir. Quedan siete kilómetros para la cima, ya te has dejado el hígado y ahora queda la subida «un poquito más empinada» que el hombre este se subía con la punta de la chorra en una carretera que por aquella época igual era de gravilla. ¡Venga ya, hombre!
Como pensé que igual llegábamos pronto (¡Juas!) y que la subida no sería para tanto (¡¡¡Juas!!!) teníamos planificado llegar hasta el pico Javalambre. Diez kilómetros más (veinte contando la vuelta) y 530 metros de desnivel. Dado que teníamos cosas más importantes que hacer —como sobrevivir— encaramos hacia Camarena bajando como si diesen algún premio, disfrutando de las vistas de El Hontanar a nuestra derecha.
La comida fue de las que merece la pena reposar disfrutando de las vistas de la terraza del albergue, pero aún quedaban treinta kilómetros. Afortunadamente casi todo lo que nos quedaba era por carreteras comarcales de un sólo carril siguiendo el curso de barrancos en su camino al Túria. Incluso paramos en fuentes, como la de El Cabrito, donde vecinos de los pueblos cercanos venían a cargar agua. Lo malo es que al llegar a Valacloche, en vez de seguir el río tenemos que desviarnos por Cubla, saltando al valle del Arroyo de la Cañada. Pasamos de rodar por una carretera vecinal que sigue un río lleno de chopos y rodeado de montañas verdes a ir por una carretera más ancha (igualmente desierta) entre terrenos resecos y tan arcillosos que hasta el asfalto está marrón.
El último pueblo que atravesamos en nuestro periplo hacia Teruel es Villaspesa. Y siento decirlo, es una oda al feísmo. Parece hecho a propósito para que Teruel brille más en comparación. En poco tiempo la ciudad de los amantes y el Torico empieza a aparecer por el horizonte. Se cruza la N-234, a continuación las vías del tren y en un momento te situas en la plaza de la estación. Aún quedaba tiempo para visitar la ciudad, pero antes debíamos llegar al hostal. Y Teruel se vengó de nosotros a última hora haciéndonos subir el cuestón de la calle San Francisco.
El hostal Serruchi, como siempre, de diez. Aún llegamos a tiempo de pasear duchados y tranquilos por la escalinata, el paseo del Óvalo, la catedral o el acuedúcto. Pese a estar reventados, las distancias en Teruel son pequeñas. ¡Es parte de su encanto!
El papeo
- Desayuno: Bar Restaurante Norte, Barracas. Facebook. TripAdvisor.
El bar es un lugar de paso con todo lo que ello implica (generalmente malo). Pero como buen lugar de paso, está lleno de vitrinas, expositores de juguetes y CDs de gasolinera, así que a lo tonto pasas el rato. No me suelo fijar demasiado en las opiniones de internet porque suelen estar escritas por gente amargada y de morro muy exquisito, pero lo de este lugar es espantoso. Y demasiado reiterativo para que sea una maniobra orquestada de la competencia. - Almuerzo: Bar Restaurante La Fragua, Sarrión. Web. Facebook. TripAdvisor.
Aunque sólo entré al local a la hora de pedir, recuerdo un espacio grande y lleno de gente. En la terraza nos comimos un par de bocadillos de embutido a la brasa que estaban muy buenos. - Aperitivo: Bar Restaurante La Taberna de Amparo, La Puebla de Valverde. Facebook.
La verdad es que por beberme un tercio de cerveza fría en una mesa de terraza a la puerta del local no me llega para escribir gran cosa. Por lo menos la cerveza no era Cruzcampo y las patatas fritas no estaban rancias. - Comida: Albergue y Restaurante Campo Base, Camarena de la Sierra. Facebook. TripAdvisor.
Tienen un una terraza abalconada que se puede ver antes de entrar desde la puerta con unas vistas tremendas de todo el valle. La comida bien, sin grandes alardes —chuletas, ensalada y fruta— pero el lugar y el momento fueron únicos. - Cena: Bar Serruchi, Teruel. Facebook. TripAdvisor.
Un bar típico de tapeo —pero no sólo de bravas y morro— con una terraza acogedora en su parte trasera. Barato y bueno. Pese a estar a las afueras de Teruel —aunque eso tampoco sea decir mucho— estaba lleno a reventar.
¡A dormir!
Hostal Serruchi, Teruel. Web. Facebook. TripAdvisor.
Los mismos propietarios del bar de la cena, en la misma calle. Un Hostal muy limpio, nuevo y acogedor. No es la primera vez que vamos. Las bicis se dejan en un almacén que tiene el dueño junto al bar, un tío muy simpático y amable. Además es ciclista —no veas la bici que tiene guardada— y nos recomendó la mejor manera de llegar a Calatayud al día siguiente.
Visor
Fotos de la ruta
Waypoints de la ruta
Foto
Llano de Barracas entre niebla
Fuente
Fuente del Járiz, El Toro
Castillo
Castillo de El toro
Waypoint
Entrando en Aragón
Foto
Alcotas
Foto
Bajando hacia Manzanera
Castillo
Portal de Abajo, Manzanera
Waypoint
Cruz de término, Manzanera
Castillo
Portal de Teruel, Sarrión
Avituallamiento
Restaurante La Fragua, Sarrión
Waypoint
Llegando a La Puebla de Valverde por la N-234
Foto
Portal de Teruel, La Puebla de Valverde
Arquitectura religiosa
Iglesia de Santa Emerenciana, La Puebla de Valverde
Collado de montaña
Cima del puerto de Javalambre
Foto
Bajando a Camarena de la Sierra
Avituallamiento
Comiendo en el albergue Campo Base, Camarena de la Sierra
Fuente
Fuente del Cabrito, Camarena de la Sierra
Waypoint
Valacloche
Foto
Escalinata de la estación, Teruel
Foto
El Torico, Teruel
Arquitectura religiosa
Catedral de Santa María, Teruel
Puente
Acueducto de Los Arcos, Teruel
Puente
Viaducto de Fernando Hué, Teruel
Puntuación de la ruta
Cuatro estrellas
Tres pedales y medio
Tres árboles
Medio coche
Ningún hueso roto
Una piedra y media
Otros días del viaje
- Cauces hacia Aragón (1): Carraixet y Palancia
- Cauces hacia Aragón (2): Túria
- Cauces hacia Aragón (3): Jiloca y Perejiles
- Cauces hacia Aragón (4): Jalón
- En preparación
- En preparación
- En preparación
Deja tu comentario