Ciclismo
Siguiendo la pista a los viaductos del ferrocarril Utiel-Cuenca.
Mapa
Crónica
En la primavera del pasado año mi padre pasó un día, así de improviso, por su pueblo. Hacía mucho tiempo que su casa estaba cerrada y le apetecía ir para echar un vistazo —las goteras y humedades de ese tejado son muy traicioneras— airear un poco la casa y visitar algunos familiares.
Así que me propuso acompañarlo, pero en vez de pasarme toda la mañana en un coche, o en un pueblo con pocas cosas que hacer, mejor organizar un viaje en bici con una distancia y dificultad suficiente para llegar a media tarde. Tras la paliza, una ducha, una siesta y preparar una barbacoa para cenar. A la mañana siguiente meteríamos la bici en el maletero y de vuelta a casa.
Dicho y hecho, me puse a planificar la ruta durante la noche de la víspera. Iba a ser una mezcla de los viajes Valencia-Cuenca con AMA y el segundo día de las jornadas cicloconquenses. En vez de ir por las hoces del Cabriel, que está ya muy visto, pasaríamos por Mira y Cardenete. Evidentemente, dando tal rodeo nos es imposible salir de Valencia. Ni siquiera desde Buñol para subir el portillo. Usaremos el tren para salir desde Requena.
El segundo Cercanías de la mañana nos deja en el apeadero de Requena a las diez menos veinte. No hace falta madrugar tanto, puesto que el plan es comer por el camino. Nos acompañarán en la ruta algunas barritas de muesli, un paquete de rosquilletas y unos cuantos sándwiches. Sin prisas cruzamos la pequeña ciudad por la avenida de Lamo de Espinosa para llegar a la pedanía de El Pontón. Para ello tendremos que tomar todas las precauciones posibles porque tenemos que recorrer unos 1 500 metros de la N-322, que lleva un tráfico espantoso.
Pero nada más girar a la derecha para tomar la carretera de las bodegas, la cosa cambia. Llega el momento de pedalear por la carretera de la vega del Magro, pasando todas las pedanías de Requena hasta llegar a Utiel. Una vez entramos en Utiel, para no liarnos, lo mejor es seguir las indicaciones a la bodega de Hoya de Cadenas. Eso sí, nosotros en vez de ir por la carretera que va directa a Las Cuevas, haremos una Visita a Los Corrales y Las Casas llegando por el viejo camino de Cuenca.
Hasta ahora, nada nuevo. Pero vamos a innovar. Si tenemos que llegar desde Los Corrales hasta Camporrobles podemos hacer todas las combinaciones posibles que indica este mapa. Os recomiendo que investigueis por vuestra cuenta porque todos los caminos tienen su encanto. Esta vez tiraremos por Fuenterrobles pasando por el camino que sube a la Bicuerca, siguiendo por la CV-467 y finalmente por la CV-474.
Las carreteras son prácticamente desiertas. Todas. Y en un perfecto estado. Sin embargo no hay que confiarse. A día de hoy, aún recuerdo que me adelantó cerca de Camporrobles un trailer enorme cargado con troncos tan anchos que no podría rodearlos con los brazos.
Tras pasar por Camporrobles tomaremos la carretera en dirección a Mira. En tres minutos saldremos de la provincia de Valencia —ya era hora— y entraremos en la de Cuenca. La carretera pasa a llamarse CM-2109 y nos tocará seguirla durante 40 kilómetros.
La bajada hasta el cauce del río Mira es espectacular. Puedes poner la bici a tope: hay buena visibilidad, la carretera está bien mantenida y las curvas son amplias y muy fáciles de trazar. Poco antes de entrar al pueblo hay una fuente decorada con ladrillos en forma de mapa donde están los parajes del municipio. En dicha fuente —fuente del Rata— hay un banquillo de piedra donde se está muy a gusto con el solecito de primavera.
Va siendo hora de comer algo más potente que una barrita, pero hay dos problemas enfrentados. Los siguientes treinta kilómetros, pese a ser entretenidos y muy vistosos se hacen eternos —no en vano hemos de bajar y volver a subir tres valles, y os aseguro que queman— y además nada más salir de Mira llega la primera cuesta con toda su crudeza. Lo mejor es ir parando cada pocos kilómetros a tomar algo ligero que el estómago digiera sin dificultad.
A partir de ahora entraremos en una carretera comarcal sinuosa envuelta de bosque de pinos y encinas. Hasta Cardenete no hay prácticamente ningún sitio donde comer en condiciones, pues Víllora es tan pequeño que dudo que tenga bar. Hay que ir con cuidado: como pueden pasar horas sin ver un coche acabas tomando confianzas. Además la soledad, el cansancio y el calor hace que dejes de prestar la atención necesaria y cuando menos te lo esperas, llega por detrás un camión frigorífico tocando la bocina más estridente que hayas oído jamás.
Debido a que la carretera pasa relativamente cerca del trazado del ferrocarril Cuenca-Utiel, siempre que paso por los valles de la carretera intento divisar alguno de los espectaculares viaductos de la línea:
Viaducto de Los Arenales, junto al cerro del Batán.
Viaducto de Mira, sobre el río Mira.
Viaducto de Torres-Quevedo, sobre el río Narboneta.
Viaducto del Imposible, sobre el río San Martín.
Viaducto del Cabriel, sobre el embalse de Bujioso, en el río Cabriel.
Viaducto de La Hocecilla, sobre el arroyo de La Hocecilla.
En cualquier modo, pese a su espectacularidad, los viaductos que tienen visión directa desde la carretera están lo suficientemente alejados para no poder apreciarlos en toda su magnitud. Lo ideal para contemplarlos es planear una ruta con bicicleta de montaña para acercarse lo máximo posible.
La carretera se hace larga, y cuando entramos en Víllora vamos con las defensas tan bajas que creemos que hemos acabado el tramo, pero no. Aún quedan casi diez kilómetros para llegar a Cardenete. Cuando lleguemos lo ideal es celebrarlo remojándose en la fuente de la plaza y tomando algo en el bar.
Hasta llegar a Carboneras queda un viaducto más, el Viaducto de San Jorge, sobre el arroyo de San Jorge, siendo éste el único que puede contemplarse en todo su esplendor a pie de asfalto:
Pero desgraciadamente no vamos a Carboneras. Nada más pasar el helipuerto, giraremos a la izquierda por la carretera CUV-5042. Por el firme que nos tocará sufrir está claro que no es una autovía, pero no tendremos ningún problema en cruzar el paso elevado del ferrocarril, atravesar Yémeda y llegar al valle del río Guadazaón.
A la derecha dejamos la fantasmagórica visión del balneario abandonado —que algún día me gustaría explorar— para subir 180 metros en tan sólo dos kilómetros y medio. En el valle podemos observar los terrenos de una antigua piscifactoría convertida en una planta de producción de energía fotovoltaica, que seguramente con el recorte de las primas y lo pequeña que es la planta, la próxima vez que pase probablemente ni esté.
Con cables de alta tensión pasando sorprendentemente cerca de nosotros alcanzamos la cima para ver por delante enormes rectas cuesta abajo hasta llegar al barranco de Paracuellos. Si madrugamos más, lo normal es llegar aquí a la hora de comer. En ese caso recomiendo encarecidamente ir al restaurante de la ermita de la Virgen de Gracia, en dirección a Almodóvar. Si no, debemos entrar en Paracuellos.
El paso por un par de arroyos nos hace subir un poco, pero en comparación con todo lo que llevamos, son cuestas de juguete. Ya sólo quedan doce kilómetros y se nota que el paisaje cambia. Dejamos de ver bosque y pasamos a ver cultivos de cereal o girasoles. Los enormes aerogeneradores empiezan a aparecer como setas. Nos cruzamos con los tractores de los agricultores que vuelven a sus casas. Un par de minutos más y aparece en el horizonte la torre de la iglesia de San Andrés. ¡Ya hemos llegado!
Visor
Fotos de la ruta
Waypoints de la ruta
Puente
Viaducto de Mira
Puente
Viaducto de Torres-Quevedo
Puente
Viaducto de Los Arenales
Puente
Viaducto de lo Imposible
Puente
Viaducto de la Hocecilla
Puente
Viaducto de San Jorge
Puente
Viaducto del Cabriel
Fuente
Fuente en la calle Cuenca de Víllora
Fuente
Fuente del Rata
Fuente
Fuente de la plaza de Cardenete
Waypoint
Helipuerto
Foto
Planta de energía solar fotovoltaica
Avituallamiento
Ermita de la Virgen de Gracia
Arquitectura religiosa
Iglesia de San Andrés de Campillo de Altobuey
Puntuación de la ruta
Tres estrellas
Dos pedales y medio
Dos árboles
Dos coches y medio
Medio hueso roto
Ninguna piedra
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